martes, 9 de mayo de 2017

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2 mayo 2017





Llevados por la pasión que nos provoca el arte mozárabe, nada más llegar a León, sin dejar siquiera las maletas, nos acercamos a San Miguel de Escalada, próximo a Mansilla Mayor, donde íbamos a pernoctar. Por más prisa que nos dimos, otros se nos adelantaron por lo menos en mil cien años. Huyendo del temprano radicalismo de la fe mahometana impuesto a los cultos emires omeyas de Al Ándalus por fanáticos alfaquíes, doctores en la ley islámica, llegaron a mediados del s. IX a estas tierras del norte peninsular grupos de cristianos llamados mozárabes por vivir largos años bajo la dominación musulmana. Trajeron consigo sus reliquias, la fe en Cristo y las técnicas constructivas que habían aprendido de los alarifes sarracenos. En la falda de un cerro desde el que se domina la​ rica vega del río Esla levantaron este precioso monasterio. Con habilidad de orfebres, los recién llegados amalgamaron en un crisol imaginario, el más grande de todos cuántos existen, elementos de culturas anteriores para obtener un estilo de características propias y personalidad bien definida del que la iglesia de San Miguel de Escalada es un magnífico exponente. El edificio me recuerda a uno de esos cofres en miniatura en los que las reinas medievales guardaban sus joyas. Se me antoja que éste tiene 12 cerraduras, una por arco. Su belleza es solo comparable a la de los dibujos miniados con que los monjes ilustraron en los scriptorium sus libros sagrados. El resultado, ya lo veis, es un edificio donde la sobriedad decorativa acentúa la elegancia de las formas y combina con tal gusto elementos romanos, visigodos y prerrománicos, que bien merece esta corriente artística llevar el nombre de aquellos esforzados cristianos, tan arabizados estéticamente que, sus arcos de herradura y la ausencia de imágenes en el recinto sagrado, prohibidas en el Corán, hubiesen válido por sí mismos para confundir a Almanzor la humilde iglesia monacal con una mezquita califal.


























 
3 mayo 2017

Desde que el hombre se irguió sobre sus pies hace millones de años ninguno hemos dejado de caminar a alguna parte por trabajo, por placer, por escapar o, simplemente, por poder vivir. Las razones que nos llevaron este fin de semana a Elena y a mí en pos de las pasos de Alejandro hasta el páramo leonés fueron de índole amorosa filial. Apenas han pasado dos semanas desde que nuestro benjamín de un 1,90 m. se marchó de casa para labrarse un futuro y ya sentimos el vacío de su ausencia. La casa está más limpia pero también mucho más triste ¡quién lo diría! Ahora entiendo mejor a mi madre cuando se quejaba de que hoy no hay familias porque cada uno está por un lado. Han hecho falta algunas rondas de vino de prieto picudo y albarín por el barrio Húmedo de León para hacerse a la idea de que esto es ley de vida y mentalizarse de que, al fin y al cabo, será un pretexto perfecto para seguir visitando esas preciosas tierras leonesas.




























3 mayo 2017

El crack del 29, el hongo nuclear de Hiroshima en el 45, los atentados de las Torres Gemelas el 11 sept. 2001, el tsunami de Sumatra en el 2004, el ingreso en prisión de la Pantoja en el 2013, nada comparable a la conmoción que ha provocado la caída de wassap en medio mundo. Alarmados súbitamente por este inconveniente, millones de usuarios tecleando desesperadamente sobre las pantallas hemos vivido con espanto un anticipo de lo que será el Apocalipsis del Juicio Final y muchos nos hemos formulado la pregunta de qué haremos en el infierno sin esta aplicación. ¡ni siquiera las llamas más ardientes nos dolerán tanto como quedarnos sin WiFi. ¡Esa será peor de las condenas!



5 mayo 2017

El sábado dormimos en Mansilla Mayor, a tiro de piedra de León, en Casa Joaco, una bonita casa rural con muebles tradicionales, sin estridencias ni decoraciones exageradas a las​ que tan aficionados son algunos hosteleros​ que no dudan en colgar una rueda de carro al techo a modo de lámpara para resaltar la rusticidad de su establecimiento. La casa tiene la ventaja de ser un excelente punto de partida para visitar la iglesia mozárabe de San Miguel de Escalada, el monasterio cisterciense de Santa María de Sandoval y las murallas medievales de Mansilla de las Mulas. Situado en un descampado cercano, un monasterio del s. XII languidece, como tantos otros, preso de la desidia de la administración y el peso de los años. Está cerrado al público vivo y pasar a visitar la iglesia románica depende de la voluntad de los caseros o de que hayas entregado tu alma previamente y te lleven en un ataúd al cementerio colindante. Como no se dio ninguna de las circunstancias tuvimos que conformarnos con las vistas desde el exterior. Los monjes cistercienses, fieles a la regla de San Benito, trasladan a sus edificios religiosos el espíritu ascético que ellos mismos adoptaron en su vida monacal, como se puede comprobar en los ábsides de la iglesia desprovistos de adornos innecesarios que distraen el pensamiento hacia Dios. En esa forzada austeridad la vista se dirige a los únicos elementos que resaltan en sus paredes: los haces de triples columnas, las ventanas abocinadas y los canecillos que soportan la pesada cornisa. La portada que da acceso al cementerio es una belleza singular compuesta a base de molduras simples y en zigzag que arrancan de finos capiteles labrados con motivos vegetales o de cestería. Una peregrina se aleja un par de centenares de metros del camino jacobeo para visitar el monasterio; da dos vueltas por sus alrededores​ buscando un acceso que le lleve al interior hasta que, incrédula, comprende que no tendrá ocasión de pasar dentro. ¡Es la maldición de estar vivo!


 

 





 

  


6 mayo 2017




Cusco, así llamado por los peruanos, es fruto del mestizaje de dos civilizaciones. Sus edificios barrocos alzados sobre los cimientos de las ruinas incas imprimen a la ciudad un aire colonial de particular belleza.





7 mayo 2017

Amanece un día despejado, azul límpido que invita a pasear hasta la ermita de Aradón, desde donde se traerá en alegre romería a la patrona de Alcanadre. Salimos por lo hortales del regadío, entre espigadas esparragueras​ que esconden bajo tierra sus últimos brotes de temporada, perales, almendros cargados de frutos verdes y viñedos. A la altura del Pedrón nos incorporamos a la Vía Verde, un tramo del GR-99, un sendero de Gran Recorrido que atraviesa un área de alto valor ecológico. A la derecha el río se abre paso entre los sotos que lo bordean, con su corriente mansa. Álamos, chopos, fresnos, tamarices, espesas zarzas y madreselvas se disputan un lugar en sus orillas donde reflejarse. A la izquierda, los renuevos de las viñas visten de verde las ordenadas cepas que se disponen en rectilíneas formaciones. Próximos a la ermita, una nutrida colonia de buitres leonados nos contemplan desde la altura de los farallones de yeso y arcillas cortados a cuchillo. En una vaguada asoma la pequeña iglesia, al borde de un profundo tajo. A un costado, un tamariz donde reposan la cenizas de seres queridos, al otro, nidos excavados en los ribazos por abejarucos de plumajes multicolores. De la antigua iglesia templaria del s. XIII solo queda de testigo una preciosa imagen tallada en piedra arenisca de una virgen románica que se conserva en el altar de la iglesia de Alcanadre. En su lugar hay una remozada ermita del s. XVIII que tiene mucho más valor sentimental que material, aunque a mis ojos su rusticidad la haga admirable. Misa y almuerzo al aire libre sirven para estrechar lazos entre las gentes de la pequeña comunidad a golpe de tragos de vino y chascarrillos. Luego, regreso a casa acompañando a los quintos que , después de la noche anterior en vela por la juerga portan, con no poco esfuerzo sobre sus hombros, a la virgen por la empinada cuesta del Encinar. En el pueblo la reciben el grupo de danzas regionales que bailando la acompañan hasta la puerta de la iglesia. La fiesta se cierra de madrugada con un espectáculo de striptease en el bar de la Unión. Extrañas costumbres que de día arropan a la virgen y de noche desnudan a una bailarina y un boy en un inaudito maridaje entre lo divino y lo humano.































 

9 mayo 2017

Aprovechamos el día libre de Alejandro para acercarnos a visitar una de las 10 maravillas que no deben perderse en León, según una publicación turística de la provincia, información que ya había contrastado por mi parte con un amigo leonés. La Cueva de Valporquero está a poco menos de 50 kms de la capital en dirección norte, en la vertiente sur de la cordillera cantábrica. El pronóstico del tiempo daba lluvias pero desde hace años el agua nunca ha sido para mí motivo de preocupación salvo si escasea. Nada más subir el empinado puerto de montaña que conduce al pueblecito de Valporquero de Torío nos recibió un vendaval de gruesos copos de nieve que desaparecieron como por ensalmo nada más llegar a la entrada de la enorme gruta. El agua trabaja con un contrato de tiempo indefinido y paciencia infinita desde hace millones de años modelando en su interior caprichosas formas que con el vaivén de las sombras​ se transforman en seres fantasmagóricos que emergen de las cavidades de la caverna o se descuelgan de los techos como jirones de cortinajes. En el silencio de la cueva millones de gotas se afanan en construir agujas de piedra multiformes nunca soñadas siquiera por las más febriles imaginaciones de los mejores artesanos. Con lentitud de siglos, de milenios, de millones de años se anticiparon a los artífices de la catedral de León y construyeron la suya propia en las entrañas de la tierra, dotándola de órganos con cientos de tubos, bosques de columnas, pináculos festoneados de flores y hasta la imagen de una virgen con el Niño en brazos. El guía apagó las luces y rogó silencio. En la más completa oscuridad sentí el frío de los muertos en un ataúd, por eso, cuando de nuevo se hizo la luz volví a respirar aliviado.












 



10 mayo 2017


Salimos de la cueva de Valporquero a buena hora para comer la riquísima tortilla de patata con cebolla que había preparado el día anterior. Sin prisa por volver a León, buscamos un sitio tranquilo al aire libre donde deleitarnos con las viandas que eché a las alforjas y la omnipresente botella de un joven tempranillo Beleluin, un kit clásico, como se dice ahora, en mi equipaje de viaje como ya sabrán los que me leen. En un punto de información turística me hablaron de Canseco..., un pueblecito no muy lejos de allí de apenas tres docenas de habitantes y casas recias de sólida arquitectura. Se llega a través de una sinuosa carretera local, estrecha pero con buen firme, que discurre paralela aguas arriba del curso alto del río Torío, el mismo que modela el paisaje de su entorno con las aguas de las montañas que recoge en su cauce. Conté al menos tres puentes de traza medieval que unían sus márgenes, ninguno apto, afortunadamente, para vehículos. Sólo dos perros salieron a recibirnos en el pueblo pero ni siquiera nos saludaron con un ladrido; su instinto debió indicarles que éramos gentes de paz. Coronando la cima más alta del pueblo se alza una rústica iglesia labrada en sillares de arenisca roja; un vallado de piedra delimita el recinto sagrado bajo cuya protección crecen cuatro hayas y un tejo. La sólida escalera que conduce a la espadaña nos sirvió de mesa y su pretil de cortavientos. En su espadaña penden de gruesos yugos de madera dos campanas fundidas en Vizcaya, una en honor a San Pedro, patrón del pueblo, según alcancé a leer en la leyenda grabada en ella; la otra, sin dedicatoria, deberían haberla ofrecido a San Roque, el otro patrón, que hubo de conformarse con la compañía de su fiel perrillo. Desde su altura se domina una bella panorámica sobre el valle y las montañas que lo rodean. Tentado por el badajo que estaba al alcance de mi mano lo golpeé suavemente contra la campana y, al instante, liberó al aire fresco del valle un sonido metálico pleno de ecos, graves como el de un cencerro de vaca.























13 mayo 2017








Nueva entrega de las Crónicas, esta vez centrada en el sagrado recinto del Coricancha del que dicen que sus paredes estaban recubiertas de planchas oro, parte del cuál fue entregado a Pizarro para pagar el rescate de Atahualpa.












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14 mayo 2017






Mi madre es una fuente inagotable de inspiración. Cinco minutos con ella da para un relato tan largo como las "Crónicas peruleras" que llevan camino de convertirse en la Historia más larga jamás contada. Esta mañana me la encontré en el patio enfrascada con sus flores, pasión que comparte con la cocina y el trato con sor Rosa, la madre priora de las monjas trinitarias. El patio manchego va cobrando aire de cordobés con cada nuevo tiesto que cuelga en la pared, el último, una planta de incienso como ofrenda, con su dulce aroma de perfume, a Flora, diosa romana de las flores, los jardines y la primavera. El trino de un mirlo que ha anidado en el laurel acompaña a la octogenaria jardinera. Nada pueden temer las plantas de una mano que ha acunado a tantos hijos. No les faltarán cuidados ni una visita diaria mientras viva.

















16 mayo 2017








¡Cuántos años han pasado desde la última procesión de San Isidro a la que asistí en mi pueblo! Entonces, como críos que éramos, estábamos más atentos a los cohetes que al santo. Recuerdo que uno de ellos cambió súbitamente de rumbo encajándose en la reja de una ventana donde estalló con gran estruendo, reventando los cristales para regocijo del muchacherío y gran disgusto del cohetero. Luego, el largo olvido hasta hoy que me he presentado en la iglesia falto de fe pero dispuesto a compartir el peso de las andas con los agricultores, con los que siempre me he sentido muy a gusto. Y lo he disfrutado ¡vaya que sí!. De camino a las eras los niños de la escuela nos esperaban sentados con sus babis en la acera del colegio ¡qué pasaría por su imaginación al ver a aquel grupo de hombres con una imagen a hombros y la banda de música detrás! El cura se perdió en los rezos y una mujer tuvo que recordarle con ironía que se olvidaba de bendecir los campos, apremiándolo a ser generoso en el dispendio del agua bendita, que tan escasa salía del hisopo, para conjurar la sed que ya padece la tierra. La nuestra la apagamos bajo los arcos del ayuntamiento con cuerva y paloma, ésta última hecha con un aguardiente anisado rebajado con agua que se tomaba muy fresco cuando las televisiones eran de blanco y negro. No faltó jamón, ni queso, ni cacahuetes en la mesa de San Isidro donde siempre hay espacio para un refrigerio tan sencillo como esas buenas gentes que hacen del campo y el ganado su profesión.



























17 mayo 2017






Relato corto de una visita a un centro artesanal textil. Interesante iniciativa cooperativa de una comunidad local.












19 mayo 2017




El río Torío enrola en su curso alto decenas de arroyos que descienden con ruido sordo de las cumbres de las montañas leonesas para engrosar su cauce de aguas cristalinas. Convertidas en incansable ariete se abren paso belicosas a través de las rocas calizas dejando una profunda cicatriz en las Hoces de Vegacervera. Vencido el farallón rocoso que se interponía a su paso como robusta muralla, se abre en valles más amplios y amables. Huertas y ganados ocupan los prados. Hayedos... y robledales trepan por las faldas de los montes en cuyo seno yace oculto el carbón que décadas atrás llevó prosperidad a la comarca y, de la que hoy, solo queda como recuerdo la vía estrecha de un tren minero. Al tiempo sobrevivió el puente de origen romano de Villalfeide y la iglesia medieval de Coladilla de cuyo alero cuelga como trofeo una enorme verga, dura como una piedra, y dos testículos esculpidos en una ménsula como advertencia a pecadores y envidiosos. En los pequeños pueblos no faltan buenos ejemplos de arquitectura tradicional, sabia y respetuosa con el paisaje y, en sus afueras, rincones como la cascada de Nocedo que llena de alborozo el alma con el sonido de sus aguas precipitándose desde la altura en caída libre. Y así llenamos el día en compañía de nuestro vástago, sin tregua para el tedio, hasta que el sol quiso acompañarnos. Luego bastó con seguir las aguas del Torío para llegar a León, donde las cambiamos por unos vinos en el barrio Húmedo de la capital.










  







 



 
  

 

    








20 mayo 2017




Hoy se celebra en España, por primera vez, el Día del Movimiento de Denominación de Origen de Vino para dar a conocer la calidad de los vinos relacionados con la indicación de origen geográfico. Desde Bodega Beleluin nos sumamos a este acontecimiento publicando el texto que presenté a un concurso literario que tenía como tema, precisamente, la D.O. El texto no podía exceder de 200 palabras y obligatoriamente debían aparecer los términos de vino, calidad y D.O.


"Mediodía de una soleada mañana de otoño. Disfruto en casa con la lectura del Mito de la Caverna donde Platón da claves para entender la importancia del Conocimiento. Extiendo la mano y alcanzo una copa de Beleluin elaborado en la bodega familiar. Un seductor aroma a fruta fresca invade mi olfato. Con el paladar inundado por los suaves recuerdos a piña que caracteriza a la viura, imagino qué alegoría hubiese utilizado el maestro griego para apreciar un vino de calidad. Un rayo de sol incendia el amarillo pálido del rioja convirtiendo la copa en un oráculo. La improvisada pantalla de cristal líquido muestra la imagen nítida de la Humanidad esclavizada por la tiranía del marketing, alimentada de apariencias, de productos burdos y de dudoso origen. El más audaz rompe las cadenas y escapa de la oscuridad de la caverna. Fuera vislumbra, en el claro del bosque, a Dionisio en plena celebración con ménades y silenos. Invitado a su mesa, escancia vinos divinos que en su condición de mortal desconocía. Al pie de las cráteras un grabado en letras griegas, Vino Denominación de Origen Monte Olimpo, le revela que el mejor vino es aquél que incorpora a su esencia el carácter de su tierra."







21 mayo 2017




Por el precio de dos rondas de tres copas de vino de prieto picudo y alguna de albarín blanco en el barrio Húmedo, se puede acceder a la catedral de León. La embriaguez, entendida como un exceso etílico o como un estado de excitación, consecuencia de la emoción, puede alcanzarse con facilidad en ambos sitios estimulados por el copioso tapeo en sus bares o la contemplación de sus impresionantes vidrieras en el sagrado recinto. El 1 de mayo participamos en una multitudinaria manifestación artística del gótico. Desde el interior de aquel edificio con alma de cristal, cientos de personajes de la corte celestial se asoman expectantes desde las tribunas multicolores de sus ventanales al vacío vertiginoso de las naves, atraídos por los murmullos de los que deambulamos pasmados entre los haces de estilizadas columnillas arracimadas en pilares, que se elevan al infinito de las bóvedas. De frente, nuestras miradas se cruzan con las de los atlantes que surgen del alabastro de las paredes del transcoro, las de personajes del Antiguo y Nuevo Testamento tallados magistralmente en el nogal negro de la sillería del coro o aquellas de los simples mortales que pueblan los relieves de los sepulcros donde duermen su sueño eterno obispos y reyes. Completan el abigarrado conjunto de personajes que habitan aquel simulacro de Jerusalén celestial, las imágenes de la virgen preñada, o aquella otra de belleza idealizada de la virgen Blanca que apearon del parteluz de la entrada principal para protegerla, tras artísticas rejas, de los excesos de la humanidad desparramada en las calles donde un día camparon a sus anchas la VII Legión Gemina, creada en Burgos por el rebelde Galba, proclamado emperador por su legión. Entre todos, el que más simpatía me despierta es San Cristóbal con Jesús niño sobre sus hombros, que se alza sobre el sarcófago vacío de san Alvito como una montaña, por su parecido en su ciclópea figura a nuestro Alejandro. Todo León, con sus vinos, cuevas y catedrales serán para mí nuestro pequeño mientras viva allí.























23 mayo 2017




Nos adentramos en el Valle Sagrado. Pisac nos ofrece la doble visión de los asentamientos incas en las cimas de las montañas y el colonial en la planicie fluvial. Interesantísima visita por coincidir con la festividad de la mamacha Carmen, que allí celebran con gran alboroto y una espectacular escenografía y si no me creen, pasen y vean.







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24 mayo 2017


A veces dudo de si mi vocación de asiduo donante de sangre se debe más a los sándwiches que me como en el Centro de Transfusión de la CAM que a la desinteresada solidaridad. Cuando recibo el SMS que me convoca para donar se me desatan los jugos gástricos y me transformo en un perro de Paulov, con ladrido y movimiento de cola incluido, una clásica reacción de estímulo-respuesta que anuncia el momentazo de hincar el diente al pan Bimbo relleno con lo que sea, aunque mi sándwich favorito sea el de queso con nueces. Sin duda, este comportamiento anodino tiene mucho que ver con una ansiedad infantil reprimida en aquella década de los 60 cuando un sándwich, un plátano o un bote de leche condensada era un lujo prohibitivo para una familia numerosa. Hoy, a cambio de una bolsita de medio litro de sangre de primera calidad, elaborada con un 50% del mejor tempranillo riojano, un Beleluin 2016, me he comido dos sándwiches de bacón con pavo aunque la próxima vez pondré una reclamación a la dirección del Centro para que en el refrigerio incluyan junto al agua y las bebidas azucaradas, una botellita de vino de ¼ para no hacer mala sangre, porque a mí la Coca Cola me pone…. pero que ¡muy mala leche!

26 mayo 2017

“Estamos en el año 856. Toda Hispania está ocupada por los musulmanes… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles visigodos resiste todavía y siempre al invasor”. Así podría comenzar un cómic historiado como el de Astérix el Galo, pero ambientado en tierras del noroeste peninsular, las mismas que recorrimos el puente de mayo en nuestra visita a León. Cuando el rey Ordoño I de Asturias incorpora León al reino de Asturias, reconstruye sus murallas y lo repuebla con cristianos venidos de las agrestes montañas cántabras y mozárabes, cristianos llegados desde el sur huyendo del dominio musulmán. Por toda su geografía se alzan castillos, testigos mudos del belicoso pasado, parapetados tras caudalosos ríos, en las cumbres de las peñas más escabrosas o protegidos tras fuertes murallas como las de Mansilla de las Mulas, construidas con cantos del Esla, que les dan fisonomía de gigante guerrero revestido con prieta cota de malla. Antes de regresar a Madrid, acudimos a comer a Valencia de Don Juan solo por ver la preciosa fortaleza de estilo gótico militar edificada por el conde Juan de Acuña en el s. XV; pero ésta, como otras que vinieron después, se construyeron no ya para defenderse de un enemigo común sino de nosotros mismos, empeñados en masacrarnos en interminables guerras civiles que ensangrentaron el solar hispano durante siglos. ¡Cuánta razón tenía Obélix cuando dijo eso de “estos hispanos están locos”!








28 mayo 2017

A lo largo del viaje los responsables de la agencia turística fueron combinando con mucho acierto, visitas a los yacimientos arqueológicos con paseos por la historia viva del país: mercados, centros artesanales, restaurantes tradicionales, explotaciones mineras, ... En esta ocasión el Museo Inkariy es toda una​ lección de Historia que nos da una perspectiva más amplia del pasado de este maravilloso país que es Perú.







31 mayo 2017

Agradable sorpresa en Yucay, un pueblo de leyenda del que solo esperaba una habitación para dormir. Sin embargo resultó ser residencia de incas, campo de batalla con los conquistadores españoles y tribuna de Simón Bolívar. Guardo el mejor recuerdo de un paseo de madrugada entre andenes agrícolas disfrutando del silencio, solo roto por el murmullo de las aguas de la acequia, en compañía de mi amada. Un lugar para detenerse algo más de una noche.



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