viernes, 14 de diciembre de 2018

Por tierras de Portugal: las Aldeas históricas (IV). Aldea del Obispo.



Desde Almeida nos acercamos a Aldea del Obispo, en Salamanca, para ver el Real Fuerte de la Concepción construido en el siglo XVII. Apenas 10 kilómetros separan ambas localidades. Si no fuese por un discreto cartel con el rótulo de España a la ida y de Portugal a la vuelta, el tránsito de un país a otro sería imperceptible porque la árida meseta con su rala vegetación los abriga por igual en su pobreza. Los estrategas de la geopolítica, no encontrando mayores diferencias, hubieron de recurrir al cauce semiseco del río Turones para establecer en él una raya divisoria que demarcase los reinos. Tampoco nosotros las vimos, en el corto trayecto que hay de uno a otro, en los rostros de un par de paisanos que acertaron a pasar por allí. Solo el fuselaje a rayas de una destartalada camioneta con matrícula negra y números blancos, nos dio la pista de estar en otro país.





El Fuerte de la Concepción es contemporáneo a las murallas con forma de estrella de Almeida pero, al contrario de aquéllas, éstas no albergaron en su interior una ciudad, sino una plaza exclusivamente militar con capacidad para varios cientos de soldados. Vapuleado en la invasión napoleónica por ingleses y franceses llegó arrastrándose moribundo hasta nuestros días, dejando tras de sí un rastro de intestinos con forma de gruesos sillares. Patrimonio Nacional limpió las graves heridas, secuelas de aquellas guerras; hoy convalece amputado en un retiro dorado, transformado en un hotel de lujo. De las penurias pasadas por sus antiguos moradores quedan como testimonios mudos los lienzos de los baluartes quebrados por las bombas y las minas, las brechas abiertas en sus sólidos muros por las que asoman terrazas de confortables dormitorios, o la marcialidad de los fusiles con la bayoneta calada en el hall de entrada, listos para rendir honores a los privilegiados huéspedes. Si yo fuese Dios, que según mi mujer lo soy, tras la resurrección de los muertos y el Juicio Final tendría el detalle de mandar con los gastos pagados por la eternidad a los soldados allí caídos para que disfrutasen del nuevo Paraíso diseñado por los estilistas de la cadena hotelera Eurostars con "una combinación de elementos vanguardistas y una depurada decoración ensamblada en los muros" del Fuerte de la Concepción, según reza su web, más que nada porque se lo tienen bien merecido.


  


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